En la Edad Moderna, la obsesión por parte de los súbditos de la Corona por el reconocimiento de la nobleza, a través de los expedientes de hidalguía, así como de la limpieza de sangre, esto es, el acreditar que la persona interesada para ocupar un cargo público o conseguir una merced real no descendía de judíos o conversos, fue enfermiza. La Monarquía exigía esto último a los pretendientes, lo que provocaba que las personas tratasen de acreditar su estatus, puesto que les revertía pingües beneficios.
Adjunto se enlaza un expediente de 1602 donde Rodrigo de Ulloa, vecino de la localidad de Toro en Zamora, acreditaba su hidalguía y limpieza de sangre, gracias a la presentación de una serie de testigos que declararon en su favor.
Para ver el expediente sólo tienes que pinchar en esta segunda imagen.
Sección Nobleza Archivo Histórico Nacional, LUQUE,C.480,D.39